domingo, 16 de mayo de 2010

Pío Baroja

Pío Baroja nació en San Sebastián el 28 de diciembre de 1872 y murió en Madrid el 30 de octubre de 1956. Fue un escritor español de la Generación del 98, hermano del pintor y escritor Ricardo Baroja y tío del antropólogo Julio Caro Baroja y del guionista de cine Pío Caro Baroja.
Fue el tercero de tres hermanosque dejaría la profesión de médico por la de novelista. En 1891 terminó la carrera de medicina en Valencia y se doctoró en 1894 en Madrid con una tesis sobre El dolor, estudio psicofísico.
En 1900 publicó su primer libro, una recopilación de cuentos titulada Vidas sombrías, la mayoría compuestos en Cestona (Guipúzcoa) sobre gentes de esa región y sus propias experiencias como médico. El libro fue muy leído y comentado por prestigiosos escritores como Miguel de Unamuno, por Azorín y por Benito Pérez Galdós. Baroja fue así acercándose cada vez más al mundillo literario. Tuvo especial amistad con José Martínez Ruiz, más conocido como Azorín, e hizo, impulsado por él, algún intento de entrar en política.
Baroja viajó por toda Europa (residió varias veces en París, estuvo algún tiempo en Londres, y pasó por Italia, Bélgica, Suiza, Alemania, Noruega, Holanda y Dinamarca) y acumuló una impresionante biblioteca especializada en ocultismo, brujería e historia del siglo XIX.
En sus novelas, reflejó una filosofía impregnada con el profundo pesimismo de Arthur Schopenhauer, pero que predicaba en alguna forma una especie de redención por la acción, en la línea de Friedrich Nietzsche: de ahí los personajes aventureros y vitalistas que inundan la mayor parte de sus novelas, pero también los más escasos, abúlicos y desengañados, como el Andrés Hurtado de El árbol de la ciencia o el Fernando Ossorio de Camino de perfección (pasión mística), dos de sus novelas más acabadas.
Terminó por identificarse con las doctrinas liberales y por abominar del comunismo, sin abandonar en ningún momento sus ideas anticlericales, su misoginia y sus un tanto arcaicas concepciones antropológicas. En 1935 fue admitido en la Real Academia Española, fue acaso el único honor oficial que se le dispensó.

Aquí os dejo un fragmento del El árbol de la ciencia (1912):


Alcolea del Campo
Las costumbres de Alcolea eran españolas puras, es decir, de un absurdo completo.
El pueblo no tenía el menor sentido social; las familias se metían en sus casas, como los trogloditas en su cueva. No había solidaridad; nadie sabía ni podía utilizar la fuerza de la asociación. Los hombres iban al trabajo y a veces al casino.
Las mujeres no salían más que los domingos a misa.
Por falta de instinto colectivo, el pueblo se había arruinado.
En la época del tratado de los vinos con Francia, todo el mundo, sin consultarse los unos a los otros, comenzó a cambiar el cultivo de sus campos, dejando el trigo y los cereales y poniendo viñedos; pronto, el río de vino de Alcolea se convirtió en río de oro. En este momento de prosperidad, el pueblo se agrandó, se limpiaron las calles, se pusieron aceras, se instaló la luz eléctrica…; luego vino la terminación del tratado, y como nadie sentía la responsabilidad de representar al pueblo, a nadie se le ocurrió decir: «Cambiemos el cultivo; volvamos a nuestra vida antigua; empleemos la riqueza producida por el vino en transformar la tierra para las necesidades de hoy». Nada.
El pueblo aceptó la ruina con resignación.
-Antes éramos ricos- se dijo cada alcoleano-, ahora seremos pobres. Es igual; viviremos peor; suprimiremos nuestras necesidades.
Aquel estoicismo acabó de hundir al pueblo. Era natural que así fuese; cada ciudadano de Alcolea se sentía tan separado del vecino como de un extranjero.
No tenían una cultura común (no la tenían de ninguna clase); no participaban de admiraciones comunes: sólo el hábito, la rutina, les unía; en el fondo, todos eran extraños a todos.
Muchas veces a Hurtado le parecía Alcolea una ciudad en estado de sitio. El sitiador era la moral, la moral católica. Allí no había nada que no estuviera almacenado y recogido: las mujeres, en sus casas; el dinero, en las carpetas; el vino, en las tinajas.

COMENTARIO DEL FRAGMENTO:
En Alcolea del Campo la gente no era solidaria y escaseaba su cultura. Las mujeres estaban totalmente marginadas y los habitantes no tenían ningún tipo de relación ya que la comunicación entre ellos era inexistente.

A Andrés Hurtado, el protagonista de la novela, Alcolea le parecía un pueblo reprimido, triste y conservador, como una ciudad tomada por el ejército enemigo. No hacían nada más de lo que estaban acostumbrados.
Es una actitud pesimista, ya que sus habitantes asumían la ruina del pueblo con total resignación y no eran capaces de unirse para solucionar sus errores. Eran egoístas porque loquerían todo para ellos.

Andrea Jardí Pons

2 comentarios:

  1. No está mal, aunque en la introducción biográfica deberías haber tomado menos literalmente la información (Wikipedia) y en el comentario te has limitado a tomar unas frases del texto y no las explicas. Intenta arregarlo.
    Saludos,

    ResponderEliminar
  2. Francisco ya lo he corregido.

    Saludos,

    Andrea Jardí Pons

    ResponderEliminar